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LA GUERRA DE LOS NIÑOS

LA GUERRA DE LOS NIÑOS

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Hoy es innegable el clima de inseguridad en que viven nuestros niños desde el punto de vista sexual. Aun cuando son pocos los casos que han llegado a los medios de comunicación, los estudios señalan que alrededor del 20% de los nacimientos corresponden a menores de edad.

El abuso sexual infantil está descrito desde las etapas iniciales de nuestra cultura, y el fenómeno es tan importante, que en Norteamérica se calcula que entre un 6% y un 60% de la población lo ha sufrido.

Se discute casi como agenda pública qué se debe hacer en estos casos, olvidando que, ante todo, es la familia quién debe decidir. Lo que a todos nos corresponde, es contribuir para que estos embarazos no sigan sucediendo.

Se han planteado a nivel mundial varias soluciones, entre las que figuran algunas de tipo legal, moral, religioso y político; sin embargo, la mayoría de los científicos estamos convencidos de que la única salida es la educación sexual plena.

Aun cuando no existe voluntad política para aplicar estos esquemas educativos a nivel escolar, la familia puede implementar algunas medidas sumamente útiles.

La primera reside en que no solamente se debe hablar de sexo con el niño, sino que se debe hablar de sexo delante del niño, para que él, desde la más temprana infancia, vaya entendiendo que la sexualidad es un tema de familia.

Esto propiciará una actitud más segura en el niño, quien ante los primeros signos de acoso que experimente, conversará con los suyos. Tal vez esto parezca muy simple, pero en Costa Rica es frecuente que padres e hijos no hablen de temas sexuales, porque el sexo ha sido un tema tan prohibido y vedado para el ambiente familiar, que solo se le menciona de forma superficial y esquiva.

Cuando hablamos de sexo con el niño, debemos hacerlo sobre los temas que a él le interesen y abordarlos de manera clara, evitando las conversaciones fingidas, incluyendo las que versan sobre temas sexuales complicados, (la ovulación y las trompas de Falopio) y las que tratan de temas demasiados insulsos o trillados para el niño (la inexistencia de la cigüeña). Ambas tienden a fastidiar y aburrir al infante.

Los padres tienen que lograr "la primicia". tienen que ser los primeros en hablar de sexo con el menor, con el objetivo de brindarle una visión real, nada consumista ni ostentosa de la sexualidad, de manera que le permita defenderse de la visión sexual tan degradada que observa en la pantalla chica.

Es prioritario que la familia levante la bandera de la educación, con el objetivo de librar la gran batalla: "Proteger a los niños".

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