LAS REGLAS DE LA VIDA

Un hombre de 1800 o de 1900 criaba gallinas, caballos, vacas, en fin, su faena laboral lo aleccionaba en el arte de la vida. Fácilmente y con una lógica obvia, aprendía que a todas las criaturas requieren cuidado, que el árbol que nace torcido es muy fácil de corregir si se está constantemente enderezando sus ramas y tallos, que el caballo chúcaro no es tal, si a diario lo amansamos, que las chayoteras crecen para donde uno quiere si diariamente guiamos su crecimiento. Por eso nuestros bisabuelos sabían criar hijos, sabían educarlos porque aprendían a diario de la naturaleza, esa naturaleza que enseña que no hay crianza efectiva sino se está velando por el auténtico bienestar de los hijos.

Hoy el hombre contemporáneo es auténtico analfabeta de la vida, se ha refugiado en la vana tecnología y piensa que eso que llamamos desarrollo es progreso, y no sabe que los nuevos estilos de vida son en realidad estilos de muerte, de una muerte lenta y gradual.

Hoy nos confundimos, nos acostumbramos a desechar celulares, a cambiarlos por el nuevo diseño, a dedicar de manera sacra horas y horas a esa basura tecnológica llamada Internet, llamada juegos de video, llamada televisión, sin darnos cuenta que la vida se nos va virtual y realmente.

Y no lo digo en un sentido figurado, no, pasamos semanas enteras sin hacer ejercicio, sumergidos en estáticas diversiones que atrofian nuestro cuerpo y lo predisponen a un sin fin de enfermedades. Hoy ya la infancia no es actividad, ya los niños no tienen colorados los cachetes de tanto correr, ni sucias las camisas de tanto jugar en el polvo y en el barro.

Bajo ese escenario que sacude al hombre de occidente, surgen estas temporadas, estas fiestas navideñas, estos días santos, que brindan el escenario perfecto para que padres, adultos, niños, tíos, hermanos, todos nos pongamos en contacto con nuestra naturaleza.

Que volvamos a correr, a nadar, a jugar al aire libre, es momento de oxigenar los pulmones, de dejar latir el corazón como caballo desbocado, es hora de jadear, es hora de darnos cuenta que estamos vivos.

Hoy nos estamos brincando las reglas de la vida, hoy estamos pagando esa imprudencia, los problemas de salud se presentan cada vez más temprano, la impotencia dejó de ser una enfermedad de personas mayores, los infartos comienzan a aparecer alrededor de los treinta años, los suicidios sacuden las casuísticas de los adolescentes, por eso es momento de volver a la vida, de apagar el televisor, de dejar la computadora, de quitarse los audífonos y de guardar el video juego y zambullirse de lleno en la vida y sus reglas.

Nuestra recomendación sincera a todos los padres y sobre todo a San Nicolás para que se abstenga esta navidad de regalar esos juegos electrónicos y que optemos por regalos que nos hagan disfrutar de los atardeceres, del césped, del campo, del planeta mismo.

Que en esta navidad en cada pasito y en cada árbol de navidad no falte una bola, una bicicleta o papalote. No privemos a nuestros niños de conocer lo que es bueno, y alejémoslos de toda esa tecnología que les roba la infancia. Enseñarle a los hijos, el buen hábito de la buena vida es el mejor regalo.