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ME INVITÓ A UNA PLAYA NUDISTA

ME INVITÓ A UNA PLAYA NUDISTA

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Soy una mujer soltera de 33 años. No tengo hijos y creo que estoy bien de figura, me he cuidado bien, hago ejercicio y mantengo la línea. Hace ya casi cinco meses empecé con un hombre doce años mayor y nos llevamos bien. En esta Semana Santa quiere que vayamos a una playa nudista y tengo mis dudas. No sé si son peligrosas y tampoco sé si me voy a sentir bien. Pero tampoco quiero que piense que soy una mojigata.

Las playas nudistas suelen ser sitios muy seguros en donde impera una ambiente de respeto por lo que es común que asistan familias enteras, personas mayores, embarazadas, y niños, configurando un ambiente muy diferente a la atmósfera sexuada que muchos imaginan. En la mayoría el nudismo no es obligatorio, se puede optar por un nudismo parcial -topless-, o andar con toda la ropa que se desee y es prohibido tener relaciones sexuales.

Desde el punto de vista psicológico el nudismo depara ciertos retos. Para muchas personas la simple idea de desnudarse en público resulta amenazante, y es común que la timidez, la vergüenza y la inseguridad afloren. ¿Se me quedarán viendo? ¿Se burlarán? ¿Haré el ridículo? Afortunadamente estas sensaciones suelen ser pasajeras en la mayoría de las personas.

Debemos diferenciar las playas nudistas de acceso público del nudismo de fiestas privadas que se hacen en yates y embarcaciones en las que se visitan playas desiertas o islas desoladas. Estas son actividades remuneradas, que tienen como objetivo el deleite sexual de los participantes, cometido que logran con bandas, bailarinas, bufets, barra libre y en algunas ocasiones con drogas y prostitutas.

Por eso, debemos saber exactamente el tipo de actividad a la que se va a asistir y la decisión de acudir debe ser estrictamente personal, lejos de presiones y compromisos.

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