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SE NOS VA DE LAS MANOS

Menos tecnología, más vida.

SE NOS VA DE LAS MANOS

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Muchas la llaman la sociedad de consumo, otros dicen que es la explosión de la abundancia, lo cierto es que a diario nos vemos tentados por un sinnúmero de lujos que aunque no aumentan la calidad de vida de uno y cada uno de nosotros, sino nos generan una sensación pasajera de plenitud. Llámese Tablet, llámese Iphone, llámese como se llame la verdad es que las tentaciones afloran por doquier.

Decimos que son tentaciones porque para la mayoría todo este armamento tecnológico dista de ser una herramienta de trabajo, es más un juguete caro para gente con aspecto serio que quiere verse importante. Aunque lo realmente serio es que estos complejos juguetes nos quitan nuestros cincos y nuestro tiempo y nos alejan de lo realmente importante.

Hay muchos tipos de riqueza, y es común que quien tiene mucho dinero no tenga tiempo, y quien tiene mucho tiempo no tenga dinero y están las grandes mayorías que no  tienen ni tiempo ni dinero. Y ahí está el detalle, estos juguetes nos empobrecen a todos, al que no tiene dinero se lo quita y al que no tiene tiempo también.

Es curioso, vivimos un momento histórico donde la gente exclama al cielo de que no cuenta con el  tiempo para lo realmente importante, la pareja, los hijos, el ejercicio, los familiares, la salud, pero de alguna manera para esas chucherías nos las ingeniamos y sacamos tiempo y tiempo a montones.

Navegar por la red, yacer en cuanto sitio existe, derrumbar castillos en el video juego y rescatar princesas, llenarse de amigos en FB y twitear al aire nuestro pensar, devoran horas y horas al punto que muchos trasnochan estupefactos y luchan por ir a la cama y desconectarse de la red.

Peor aún, no hemos terminado de pagar el juguetico, cuando ya está caduco, en menos de seis meses salió la nueva versión que me da más opciones, más velocidad, más memoria, más aplicaciones y que me deja con menos dinero, con menos tiempo y con menos vida.

Mientras cuento con ese millón de amigos, rescato princesas, y aniquilo dragones, mi vida, la real, la de verdad, la que no es virtual, se me va. Descuido a mis  hijos, marchito a mi doña, olvido a mi padre, globalizo mi panza, endurezco mis arterias, palidezco mi rostro, estropeo mi vida y me condeno a la soledad.

Mientras la vida buena, la fecunda, la prospera esa que se vive en familia, en la que se comparte el pan con mil tertulias, donde los besos cuentan con el recurso del tiempo, donde los hijos disfrutan a granel con sus padres, donde el ejercicio y la buena comida son los cariños del día, esa vida se nos va de las manos.

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