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SEDIENTOS DE JUSTICIA Y SEGURIDAD

Un interés de todos.

SEDIENTOS DE JUSTICIA Y SEGURIDAD

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Hemos llevado la impunidad a límites que bordean con el absurdo y que rompen toda lógica en la administración de la justicia. Robos, asaltos y hasta algunos asesinatos, ocurren sin que tan siquiera el sistema haga el menor esfuerzo por encontrar a los responsables. Con resignación estoica, el tico ya aprendió a ser violentado en la cotidianidad.

Cuando se logra encontrar a los responsables, las estadísticas señalan que muchos no son condenados por falta de pruebas, por recolección indebida de evidencia o por quebrantos al debido proceso. Y ahora resulta que aquellos que son condenados, los están devolviendo a las calles por falta de cárceles.

Llama la atención que a nuestros gobernantes les sorprenda que muchos de los que salieron, en cuestión de horas ya estaban delinquiendo. En los setentas, estuvo en boga la idea de que la cárcel tenía que reformar y adaptar al delincuente. Se pretendía que aprendiera una profesión o un oficio para que al cumplir su pena, se reincorporara a la sociedad. De ahí se origina el término adaptación social y esa es la razón del nombre de la Reforma. 

Vientos del  norte soplaron sobre nuestras tierras y olvidamos ese noble ideal y las cárceles volvieron a convertirse en auténticas escuelas del crimen. Es común que el que entra por hurto, al salir comete asaltos y el que ingresa por asaltos, al salir rápidamente se convierte en asesino.

Resulta insulsa y hasta tonta además la  idea de dar un plazo para que consiguieran un empleo. Si no lo consiguen muchos universitarios, menos el que viene saliendo de la cárcel. ¡Qué ocurrencias! Parece un desvarío gubernamental. ¿Cómo vamos a dejar libres a un puñado de muchachos que no saben ganarse el pan nuestro de cada día? ¿Cómo les vamos a exigir que busquen trabajo si muchos no tienen un oficio y todos tienen un tachón en su currículo, la sombra de su delito? ¿De qué van a vivir, de qué van a comer sino del crimen, que es lo único que muchos de ellos saben hacer? Más bien parece que los estamos induciendo a delinquir.

Al margen del poder de una sentencia, hay asuntos que competen a la seguridad del Estado. Y el Estado somos todos. Al margen de la independencia de los poderes, la seguridad ciudadana más bien requiere de la integración de los poderes y trasciende los deseos de Locke y  Montesquieu.

No es posible que el pueblo siga sediento de justicia y  seguridad. No es posible que no podamos vivir en paz.

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