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LA SOPA DEL SAPRISSA

Una gran moraleja.

LA SOPA DEL SAPRISSA

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Tal vez tenía 5 años, cuando escuché a mi padre contando con ahínco y fervor cómo un jugador del Saprissa, en pleno clásico, se sentó en la bola. Cuando el rival intentó quitársela, simplemente hizo un taquito magistral mientras el once rojinegro contemplaba la maroma, interpretándola como una ofensa a pagarse en la cancha a punta de golpes. Decía papá que ese jugador era tan bueno, que en ese partido lo sacaron para evitar que lo molieran a patadas y así evitar que lo lesionaran. Además Saprissa ganó 2 a 1 jugando con solo ocho hombres

Nunca supe si el relato era verdad, pero siempre le pedía a papá que me contara esa historia, creíble y fantástica a los ojos de un niño. Claro, papá contaba muchas cosas del Saprissa de esa época… Sí, del Saprissa que ganó la Copa Gran Bretaña.

Recuerdo un secreto que compartió conmigo: en el medio tiempo, cuando los equipos descansan, a los jugadores del Saprissa les sirven un plato de olla de carne para que tengan fuerzas y por eso ganan con tanta facilidad. Se comprenderá que aquel niño de 5 años que no le gustaba la sopa pero adoraba al Saprissa, de inmediato se volvió asiduo a la “Sopa del Saprissa.”

Cuando crecí, me percaté que papá inventaba esas historias. Muchas iban de la mano de la divisa morada porque a él le resultaba fácil que yo cambiara mis gustos y caprichos en el nombre del Saprissa.

A mis 22 años, siendo ya médico, seriamente y con un tono agraciado le pregunté: “Papá, aquella historia del jugador del Saprissa que se sentó en la bola, ¿es cierta?”  El, con una mirada jocosa y una sonrisa disimulada me respondió “¡Claro!”,  y también es cierto que Otto Pedro Bumbell, el entrenador de aquel equipo, le servía una olla de carne a los jugadores en el medio tiempo. Me eché a reír y comprendí que todavía seguía siendo un niño para papá, que él todavía me seguía contando esos cuentos y que yo quería seguir oyéndolos.

Esta semana, esta historia cambió. La Nación publica que el Chino Láscarez murió en México, destacando que este insigne jugador morado, el 8 de junio de 1952, se sentó en la bola en medio clásico, que lo cambiaron para evitar más faltas y que el partido terminó con ocho jugadores. Gran sorpresa: aquella historia era real.

Por eso, hoy les digo a los niños que no coman cochinadas, que coman cosas nutritivas, como la olla de carne, como los míticos jugadores del Saprissa. Rindo un homenaje a la memoria del Chino Láscarez y, por supuesto, a mi papá, siempre cariñoso, chiquillero y saprissista.

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