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LOS NIÑOS Y LA CENA NAVIDEÑA

Su significado especial.

LOS NIÑOS Y LA CENA NAVIDEÑA

Una fecha de unión familiar.

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Nuestro país ha cambiado, particularmente la forma como vivimos en el cada día. Los estudios mencionan que sobre todo en las áreas urbanas, el convivio familiar es escaso. Es común que padres e hijos ya no desayunen, ni almuercen juntos. Al llegar la noche, a veces, solo a veces, comemos juntos. Solo nos quedan los fines de semana para la familia y muchas veces surgen actividades que nos arrebatan el tiempo, que queríamos dedicarle a los seres queridos.

Por eso la cena navideña hoy adquiere un significado especial. Primero porque es una cena donde están todos, sí, todos los seres importantes de nuestra vida.  Si alguno está lejos, se le añora, se le recuerda y se le llama para desearle todos juntos: Una Feliz Navidad. Esto le permite al niño ir forjando el sentido de pertenencia y entender quiénes son las personas realmente importantes en su vida.

Esta cena, asimismo nos permite el lujo de disponer de todo el tiempo del mundo. La mayoría de las familias carecen de esa esa vivencia cotidiana, casi siempre obligados a comer a la carrera. El tiempo y el ambiente festivo dan paso a comentarios, relatos, recuerdos, anécdotas,  bromas, en las que participan por igual grandes y chicos.

Los niños además son el centro de atención. Llenan la cena de risas, juegos y ocurrencias, y casi todos sus comentarios tienen que ver con los regalos que el Niñito les va a traer. Recordemos que son directa e indirectamente los homenajeados: por definición, la cena de Navidad, es  la cena de los niños.  Esto propicia que el niño se sienta parte de la familia, que se conciba a sí mismo como  miembro importante de la estructura familiar y se sienta orgulloso de ser niño.

Las familias más diestras optan por la comida casera, la hecha en casa, esa que le da un enorme sentido de identidad al infante. Los tamalitos, el rompope, la carne de cerdo o el arroz con pollo, la ensalada rusa, el queque navideño, el fresco de frutas picadas; ponen al infante en contacto con el centro de nuestras tradiciones. Por decirlo así, el niño se va haciendo más tico.

Esto es particularmente importante hoy, cuando muchas de las vivencias del infante son ajenas. Héroes foráneos, juguetes foráneos, programas foráneos, ropas y modas foráneas, cantantes foráneos, comidas foráneas. Sin lugar a dudas, la cena de Navidad es chapuzón y refuerzo de valores y tradiciones.

Por eso, aprovechemos la oportunidad que nos ofrece la Navidad para propiciar la cohesión familiar y el bienestar del infante. 

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