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DEL NOVIAZGO AL MATRIMONIO

Nuevas funciones

DEL NOVIAZGO AL MATRIMONIO

Nuevos objetivos.

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El noviazgo ha asumido una nueva función en la conformación de los vínculos emocionales, superando aquellos paradigmas que lo limitaban a la simple función de búsqueda de pareja para asumir un rol predictivo, en base al conocimiento mutuo. Por otra parte el matrimonio hoy tiene objetivos más altos, que incluyen la realización emocional y sexual.

En nuestra sociedad, se tiende a creer que el noviazgo es una etapa maravillosa y que  todo cambia con el vínculo marital. Muchos afirman que el matrimonio es el fin de la buena vida, el fin del deleite sexual y algunos hasta dicen que es una pesada cruz. Estos conceptos tienen una sencilla explicación. A lo largo de la historia, las parejas se casaban muy jóvenes. Muchos de nuestros bisabuelos se casaron a los 14 o 15 años. Justo cuando la mujer desarrollaba se le buscaba novio y se le comprometía. Por otra parte, cuando el hombre era capaz de hacer las faenas agrícolas, se decía que ya estaba listo para la vida marital.

Esos matrimonios iban precedidos de un noviazgo fugaz y superficial. Los novios compartían poco, casi siempre los martes y los jueves, se veían en la casa de ella y con suerte el fin de semana iban a misa, a dar una vuelta al parque y se comían algo. Si ambos se gustaban, al cabo de seis o doce meses, se formalizaba el compromiso y se programaba la boda.

Bajo ese esquema de noviazgo, las personas no lograban conocerse a fondo. Prácticamente eran dos desconocidos que habían compartido encuentros fugaces, divertidos y, porqué no decirlo, ilusorios, sin compartir otras facetas de la vida. De tal manera que, al casarse, se ponían en evidencia las diferentes expectativas maritales que cada uno manejaba en el área afectiva, sexual y vivencial. Así afloraban conflictos, que frecuentemente los alejaban en la cama. Para la mirada inexperta, el matrimonio era el responsable de que se apagara la llama de la pasión.

Hoy todo ha cambiado. El noviazgo se ha convertido en una verdadera etapa de conocimiento. Las parejas pasan meses, años y hasta lustros, antes de dar el gran paso marital. Esas parejas con frecuencia hasta se han ido a vivir juntos, se conocen al dedillo y sin lugar a dudas saben qué esperar de la vida marital.

De hecho, se afirma que lo que hoy se vive en el noviazgo, es una antesala de la vida marital. Esas parejas de novios que por todo pelean, que cada cierto tiempo se separan, que inciden en infidelidades o que viven una vida amorosa y sexual insatisfactoria o conflictiva; es muy probable que vivan lo mismo en la vida marital.

Curiosamente, muchas de esas relaciones se mantienen por años y muchas de esas parejas terminan casándose, creyendo que todo cambiará mágicamente con el santo sacramento. Al poco tiempo, se dan cuenta que nada cambió y que más bien, en muchos casos, las cosas empeoraron y rápidamente se separan. Esto explica la alta tasa de separaciones y divorcios que hay en nuestro país, que supera el 50%.

Otras parejas logran llevar un noviazgo armónico y hasta maravilloso, pero sucumben cuando asumen la vida marital. El diario vivir, las responsabilidades y los diferentes retos que conlleva el matrimonio, suelen ocupar el marco de la conciencia de las parejas y relegan la vida amorosa y la vida sexual a un segundo plano. Es común que muchas de estas parejas se distancien sexualmente y aquellos escasos encuentros sexuales sean insípidos, sin gracia, sin deleite y solo por cumplir.

Muchas de estas parejas se quieren, se profesan un cariño profundo y sincero, pero no saben cómo reactivar la vida sexual y amorosa. Estas parejas se encuentran atadas a una serie de compromisos que no les permite sacar un tiempo para el amor. El ajetreo diario, no les deja espacio para el deleite compartido y ambos ven cómo, con el paso del tiempo, el vínculo se va debilitando.  Esta situación suele empeorar con la venida de los hijos, donde la fascinación por la paternidad y las responsabilidades que atañe, hace que sean excelentes padres, pero pésimas parejas.

Bajo este panorama, la ciencia es clara en brindar una serie de recomendaciones que pueden vitalizar la vida sexual de esas parejas que se quieren pero que han decaído emocional y sexualmente:

1. Compartan una comida al día, en la conversen de múltiples temas cotidianos, desde los urgentes hasta los triviales.

2. Programen al menos una actividad por semana para que estén los dos solos, una comida, un café, salir a caminar,  a bailar.

3. Una vez cada mes a tres meses, pasen una noche solos, sea fuera o dentro de la casa, sin los hijos. Que los cuiden los abuelos, los tíos, en fin, aquellos familiares de confianza que siempre quieren disfrutar de los niños.

4. Mantengan actividades semanales compartidas, como hacer compras, ejercicio, mandados, situaciones que  aumentan el contacto y la comunicación.

5. A pesar de las carreras del cada día; toda despedida, todo encuentro, todo saludo a la pareja debe ser con un beso y con un abrazo.

6. Que nunca él o ella entren a la casa sin que sean recibidos con un abrazo festivo y con un cómo te fue, en los labios.

7. Apaguen el televisor antes de ir a la cama. Reserven el lapso antes de dormir, para el amor y para el sexo. Hoy internet y la televisión nos están quitando tiempo para la pasión.

8. Cada diez o quince días, saquen tiempo para hablar del pasado para recordar lo vivido, para valorar lo logrado, para meditar de todo lo que han pasado y cómo lo han superado. Las remembranzas vitalizan los vínculos.

9. Si el ajetreo laboral no permite tener relaciones diarias, compensen con el fin de semana, destinando una buena cantidad de tiempo para el sexo, para empezar la semana sin ganas acumuladas.

10. Si hay conflictos que no se resuelven a pesar de la convicción de cada uno, es fundamental buscar ayuda profesional.

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