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EL DEPORTE Y LA CAÍDA DEL PECHO.

Una estrecha relación.

EL DEPORTE Y LA CAÍDA DEL PECHO.

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En la sociedad Occidental, el seno es considerado el símbolo sexual femenino por excelencia. Particularmente en los últimos 15 años se ha reforzado aún más la importancia de este atributo femenino y el estereotipo imperante son los senos grandes y muchas veces desproporcionadamente grandes. Además del volumen, socialmente se aprecia que el pecho esté firme y levantado, al punto que son muchas las mujeres que optan por cirugías estéticas para alcanzar esos características.

Bajo esta perspectiva, se entenderá la enorme preocupación que genera en las atletas el mito que impera en algunos grupos sociales, según el cual el entrenamiento provoca que el pecho se caiga. No pocas mujeres rehúyen la práctica del deporte precisamente  por el temor de dañar su silueta.

Recordemos que la forma y posición del pecho depende de los diversos músculos y fascias de la pared del tórax. Particularmente, los músculos pectorales le dan sostén al pecho y a la glándula mamaria a través de los ligamentos de Cooper, que son fibras de colágeno que recorren toda la glándula mamaria.

Deportes como la natación, el voleibol, el basquetbol, el balón mano, entre otros, fortalecen específicamente los músculos pectorales y gravitan positivamente en mantener el seno firme y en la posición adecuada.

De igual manera, el trabajo de pesas destinado especialmente a fortalecer la coraza muscular  del tórax  mantiene el pecho firme y en posición y ayuda a levantar el seno caído que acongoja a tantas mujeres.

Es frecuente el temor de que ciertas prácticas deportivas como el atletismo, los aeróbicos de alto impacto y los deportes que incluyen saltos repetitivos como el voleibol y el basquetbol, aflojen los ligamentos de Cooper por el efecto de la gravedad y por ende que se caiga el  pecho.

En realidad,  esto rara vez sucede. Lo que sí tiende a suceder –y confunde a muchas- es que la mujer sedentaria que no hace ejercicio periódico experimentará una caída del seno con el paso de los años y, curiosamente, tiende a responsabilizar de  este descenso a cualquier ejercicio que realice esporádicamente.

Las variaciones de tamaño del seno que ocurren a lo largo de la vida, especialmente durante el embarazo y la lactancia, producen que la piel y los ligamentos de Cooper cedan, provocando la caída de la glándula y que se sitúe en una posición más baja, dando un aspecto de  "vacío" a la parte más alta del pecho.

También debemos recordar el factor genético: hay mujeres que tienen músculos pectorales y ligamentos de Cooper más firmes que otras y por ende las glándulas mamarias se mantendrán más tiempo en la posición deseada. Lo que debemos tener presente, es que el descenso del pecho es menor en la mujer que practica alguna disciplina deportiva periódicamente y qué decir en la atleta profesional.

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