OBESIDAD.

Nadie me quita lo comido.

OBESIDAD.

La importancia de hacer conciencia.

O
La ciencia ha sido clara en señalar los efectos negativos del sobrepeso y la obesidad sobre la salud en general y específicamente sobre la sexualidad. Desdichadamente la sociedad deambula en la acera de enfrente, las comidas grasosas, repletas de calorías, plagadas de preservantes, y cultivadas con agroquímicos representan el común denominador de nuestra dieta cotidiana.

Nos acostumbramos, o nos acostumbraron a que los días festivos son propicios para grandes comilonas, acompañadas de licor y otras drogas, de manera que cada fin de año le agregamos unos kilos de más a nuestro cuerpo, kilos que no bajamos y que en cuestión de un lustro condicionan nuestra obesidad.

Todo esto es muy bien conocido por la población y quizás donde realmente tenemos que hacer énfasis, es en los diferentes tratamientos para la obesidad. En el intento de bajar de peso muchas personas olvidan que la obesidad es más que un problema estético y es más que un problema social, la obesidad es ante todo una enfermedad y debe ser entendida y tratada como una enfermedad.

Desdichadamente en nuestra sociedad no existe conciencia de los peligros que conlleva la obesidad, en el sentido, que existe la creencia generalizada que la obesidad se puede tratar con remedios caseros, con dietas empíricas que circulan socialmente, y que muchas de ellas además de ineficaces son hasta peligrosas. Tenemos que entender que para superar la obesidad se requiere un gran esfuerzo por parte del paciente, que no hay forma de vencer este problema sino se cambia el estilo de vida, sino se incluye unos buenos hábitos alimenticios y una adecuada rutina de ejercicio.

Esa es la traba, ese es el problema, para bajar de peso se requiere de una disciplina que no siempre estamos dispuestos a asumir. Y es ahí donde buscamos la salida fácil, el tratamiento mágico, es ahí donde surge la dieta de la papa, la dieta del rábano, la dieta de la luna, la dieta del ajo, la dieta de este o aquel, que no solo son ineficaces sino que muchas veces resultan peligrosas. Hoy sabemos que la mayoría de estas dietas casi nunca funcionan y cuando funcionan, rápidamente se produce el fenómeno del rebote, que consiste en que, en cuestión de unos días se recupera el peso perdido.

De manera que todos los gordos estamos en una encrucijada, o cambiamos el estilo de vida, y nos convertimos en esas personas que siempre hacen ejercicio, que comen frutas, verduras, legumbres, que consumen mucho agua, que no toman licor y que evitan las grasas, o sucumbimos a la gula y nos intoxicamos las entrañas con calorías.

Ante este panorama surgen en los medios de comunicación una centena de productos que afirman ser altamente efectivos para remediar la obesidad. Con bombos y platillos, y con testimonios de ricos y famosos que a lo Hollywood, dan veracidad de los resultados y recomiendan su uso, no le queda ninguna duda, al espectador, que el milagro ya existe. Aunque resulte grato pensar que un preparado natural provoque cambios corporales tan contundentes, la verdad, es que si no hay cambios en el estilo de vida, no hay reducciones sanas de peso.

A pesar de todos estos atestados plasmados en el celuloide, tenemos que insistir, no hay forma fácil de bajar de peso. La reducción de peso es todo un proceso que requiere de la asesoría profesional, y sobre todo de una enorme dosis de disciplina que nos permita cambiar esos perjudiciales hábitos de vida. Porque nadie me quita lo comido, solo uno y nada más que uno, puede quitarse esos kilos de encima.

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