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MICHAEL JACKSON.

Un pedacito de infierno.

MICHAEL JACKSON.

El pecio de la fama.

M
La semana anterior, mencionamos el efecto tan nocivo que tienen sobre nuestros jóvenes la difusión desmedida que hacen los medios sobre la vida de algunos famosos, actores, cantantes, deportistas y afines. Curiosamente, dentro de la lista de esas vidas para nada ejemplares, citamos a Michael Jackson.

En nuestra sociedad, existe la falsa idea generalizada de que el dinero es todo y que el dinero todo lo da. Se anda por el mundo tratando de amasar fortunas, creyendo ingenuamente que con eso será más que suficiente para que la vida sea feliz y próspera. Muchos incluso descuidan relaciones interpersonales, salud, pareja, hijos, todo por su afán de hacer dinero.

Bajo ese criterio, no se explica uno que la ansiada felicidad no llegue a los hogares de los ricachones. Resulta increíble que sean tan ricos y tan desgraciados, cuestionando la capacidad del dinero para brindar felicidad. Es común que a los profesionales de la conducta humana, se nos pregunte por doquier porqué este o aquel artista se divorció si tiene tanto dinero. También son frecuentes las preguntas en torno los malos caminos que suelen tomar los hijos de estos famosos.

Tenemos que redimensionar el dinero. Con él podemos adquirir bienes y tendremos más oportunidades en la vida. Pero el dinero no transforma la personalidad, no convierte a un patán en un ser comprensivo y reflexivo, no transforma en sobrio o a un borracho. Tal vez lo único que modifica son las cuestiones accesorias: en vez de emborracharse con cerveza lo hará con Chivas Regal. En vez de llamarlo borracho, le dirán enfermo alcohólico. El dinero, no te hace más culto, ni más sabio, ni más gente, ni más simpático aun cuando probablemente todo el mundo te sonría y te aplauda.

Es decir, el dinero fortalece social y laboralmente. En esos ámbitos, serás todo un señor. Pero el dinero no mejorará la vida personal, no te convertirá en mejor padre, mejor esposo ni mejor amigo, tampoco le dará salud al cuerpo. Y es ahí donde está el error. Muchos que consiguen dinero creen que lo consiguieron todo. En cuestión de muy poco tiempo, comienzan a lidiar con las adversidades que surgen de descuidar esos otros aspectos tan importantes de la vida.

Todos debemos trabajar. Y ojalá todos logremos la bonanza económica. Pero en ese afán, debemos recordar siempre que también debemos trabajar nuestra personalidad, aprender a controlar nuestros enojos, nuestras iras, nuestro desdén, nuestros defectos, nuestros egoísmos, nuestra inmadurez; que son al final de cuentas los valores que cuentan para ser feliz y, sobre todo, para ser feliz con los seres que amamos.

Imagínense, el infierno que vivió este hombre, que hizo su dinero a cambio de su infancia, con un padre como enemigo, con sus hermanos como rivales, con una mansión en soledad, con sus cercanos traicionándolo por dinero, con tapa bocas por temores infundados, con mil demandas origen incierto y sin prácticamente nadie en quién confiar.

Por eso, no le pidamos al dinero lo que el dinero no nos puede dar y tratemos de educar a nuestros hijos bajó este postulado.

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