Existen diversas conductas, características y hábitos de la pareja que pueden resultar chocantes aun cuando sean usuales y normales. Según señalan los estudios, esto sucede casi en todas las parejas. Son variados, y a veces hasta sorprendentes, los puntos de desencuentro. La forma de usar el cabello, cierta prenda, algunos gestos, el olor de un perfume; en fin, son muchos los detalles que, por mil razones, estrictamente personales, pueden parecer repulsivos.
Debemos entender que el problema es propio; es una limitación personal y no de la otra persona. Sin embargo, siempre es recomendable comentarlo, sobre todo cuando se torna un auténtico “matapasiones”. Claro está, el comentario debe ser respetuoso, sin entrar en pormenores que puedan percibirse como peyorativos o hirientes.
En general, las parejas siempre buscan agradarse mutuamente, y en detalles tan puntuales la mayoría no tiene reparos en complacer al otro. Por supuesto, debemos entenderlo como un pedido, no como una exigencia; como una prerrogativa, no como un reclamo. En eso se basa el mundo del amor: en saber pedir las cosas, en complacernos, en agradarnos, y en compaginar gustos y expectativas.
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