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ULTRAJE A LA PRIVACIDAD

EL VIDEO VIRAL

ULTRAJE A LA PRIVACIDAD

El caso de la yuca debe sentar un precedente.

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La noticia que circuló en estos días en torno a un paciente de 56 años que requirió un procedimiento quirúrgico para extraer una yuca de 45 cm de la cavidad anal provocó el revuelo en las redes sociales y consternó a la sociedad como un todo.

Muchos se tomaron la noticia como algo jocoso, hicieron mofa de lo acontecido y subieron memes, chistes y demás con agudo ingenio. Otros concentraron sus críticas en la esfera moral y de formación en materia sexual, y no pocos resaltaron con incredulidad que esta noticia acaparara el marco de atención de la colectividad, superando los escándalos financieros de los papeles de Panamá.

Sin embargo, muchas personas se sintieron indignadas por la propagación viral del video tomado en la sala de operaciones, en el cual se muestran los detalles quirúrgicos de la extracción y remoción del tubérculo. Aunque para muchos le da un tinte de veracidad a la noticia, a la vez deja un sinsabor amargo sobre la privacidad y el derecho que todos tenemos a ser tratados sin que imágenes, detalles, y procedimientos sean subidos a la vista de todos, ya sea en medios tradicionales o en la red.

Sin duda, meter una yuca en la zona anal es un gran problema, pero es un gran problema personal sin ningún interés público más allá de la sana curiosidad, el goce morboso y el deleite rancio. Este desdichado caballero debe haber vivido hondas horas de dolor y, después del procedimiento, hondas horas de preocupación al enterarse de que escenas de su cirugía circulan por internet. Nunca podremos olvidar el drama humano que esconde este accidente y el dolor que provoca este video. Probablemente el paciente se convierta en el hazmerreír del hospital.

Quizás circule entre pasillos y salones “el chisme” de que aquel de tal cama fue “el operado de aquello”. Puede que sucedan excursiones de personal y pacientes “al salón tal” para ver “al atroz personaje”. Con este tipo de videos, se corre el riesgo de que el paciente no sea tratado con el respeto que merece como asegurado y como ser humano, y que los perversos y aberrantes seamos nosotros.

 Lo que sí es un problema de interés público es que ese tipo de material se filtre desde la intimidad quirúrgica de un hospital y circule por doquier. Algunos creen que “está bueno” que les pase eso “a los morbosos y perversos”, pero en realidad esto nos puede pasar a todos. Es imprescindible que los asegurados y los pacientes en general acudan sin temor a que sus enfermedades y sus dolencias puedan hacerse de dominio público. Lo que sí es de interés público es que el personal de la sala de operaciones abandone sus funciones para grabar la intimidad de los pacientes e ingrese equipo para grabar, posiblemente contaminado,  sean celulares, cámaras o dispositivos.

Los clásicos definían el acto médico como una confianza al frente de una conciencia. Sí, el paciente pone toda su confianza en la sabiduría, en la conciencia. Esto implica, entre muchos otros aspectos, discreción por parte del médico y del sistema.Todos los que trabajamos en salud, seamos médicos, secretarias, asistentes, camilleros u otros funcionarios, a diario laboramos con la privacidad y el honor de los pacientes.

Como equipo, atendemos sus llagas, sus quebrantos, sus dolencias, sus errores, bajo el entendido de la confidencialidad. La inmensa mayoría del personal hospitalario es fiel cumplidor de la discreción y del secreto propios de su ejercicio. Pero siempre están esas excepciones que dejan un mal sabor, una sensación de inseguridad, que corrompe y afea la buena práctica médica y el legado de honorabilidad de que goza la medicina costarricense. Como sociedad, en este video debemos ver más allá de lo evidente.

Las imágenes carecen de importancia para el interés público. El acto de grabar un video en la sala de operaciones reviste todo el interés de la población, de las autoridades y de la nación. Por eso este caso debe servir para sentar un precedente. Es momento de prohibir celulares en ciertos servicios asistenciales. Se deben impartir cursos de ética a todo el personal hospitalario y convertir la privacidad en un estandarte de la medicina.

Los documentos médicos y el acto deben estar protegidos a ultranza de quienes no han entendido la esencia misma de la medicina. Es momento de sentar responsabilidades.

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