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¿Cuánto es lo normal?

QUIERO SIEMPRE MÁS.

Un tema relevante en la pareja.

Q
Uno de los temas más frecuentes en la consulta sexológica versa en torno a la frecuencia de relaciones sexuales. Son muchas las parejas que se preguntan ¿cuánto es lo normal?, pero también son numerosas las que acuden porque desean aumentar su frecuencia.

Por un lado, mantener muchas relaciones sexuales, incluso varias diariamente, no representa ningún problema para la salud, ni debilita físicamente y muchos menos mentalmente.Curiosamente la sexualidad no se comporta como otras funciones corporales en las que la satisfacción de la necesidad calma el deseo. Es decir, cuando tenemos hambre, ésta se nos quita comiendo, pero no funciona exactamente igual con el sexo.


Fisher describe que si una persona mantiene, por ejemplo dos coitos, por semana; cuando disminuye su frecuencia a una o menos, inmediatamente siente un aumento en el deseo sexual que lo insta a la intimidad. Pero si el individuo, por diversas razones, no reasume las relaciones sexuales por un largo periodo, entonces el deseo disminuye y puede llegar hasta desaparecer.


Lo contrario también es cierto. Cuando una persona tiene una frecuencia dada, tomemos el mismo ejemplo, dos relaciones por semana y por diversas circunstancias aumenta a siete por semana; inmediatamente siente una saciedad sexual. Sin embargo, si continua con esa frecuencia, el cuerpo no solo se adapta sino que hasta le pide más.
Así, entre más relaciones sexuales mantenga una pareja, más relaciones sexuales le pedirá su cuerpo. Mientras menos relaciones sexuales se sucedan, el cuerpo pedirá cada vez menos, hasta el punto de llegar a abolirse el deseo sexual.


Esto explica porque un distanciamiento emocional o físico, por ejemplo como el que condicionan algunas enfermedades o los conflictos de pareja, sin son de larga data, pueden provocar una disminución en el deseo sexual. En esas circunstancias el cuerpo no pide, no requiere, no exige, ni demanda la vida sexual.
Cuando las condiciones que provocaron ese distanciamiento han sido superadas, las parejas se dan cuenta que hay gran menoscabo en su vida sexual. La sexualidad deja de figurar entre sus apetitos y muchas veces se mantiene una vida de pareja “como entre hermanos”. Hay una enorme compatibilidad en el cada día, pero no hay una necesidad de acercamiento sexual.


Si esta situación no se resuelve, el distanciamiento deja de ser solamente sexual y comienza a afectar el área emocional y vivencial. Las parejas comparten menos tiempo, los besos, los abrazos fraternos se van extinguiendo, y las ansias de estar juntos suelen esfumarse. La cotidianidad se vive de tal forma que se comparten actividades familiares, paseos con los hijos, visitas a los abuelos, pero no la esfera sexual y sentimental.


Claro está, cuando esto ocurre pone en peligro la misma estabilidad del vínculo, de ahí la importancia de consultar, sobre todo porque hoy la ciencia ofrece una serie de programas de “sexualización”  destinados a que esas parejas recuperen el deseo sexual perdido. Estos programas no solo actúan en la esfera sexual, sino que también acrecientan el entendimiento marital y las muestras de afectos, lo cual repercute positivamente en la esfera familiar.

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