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¿Cómo se da la fisiología de la moral en la salud mental?

¿Cómo se da la fisiología de la moral en la salud mental?

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Si no hubiera sentido moral no habría sentimiento de culpa. Esto lo conocen los cínicos y cierto tipo de psicópatas. Como este, de seguro, no es el caso de los lectores de estos Boletines de Salud Mental, deseo presentarles un acercamiento resumido a la fisiología del sentido moral en relación a la salud mental.

Dicho en breve, la moral es la que nos dice lo que es bueno o malo, tanto en nuestros actos, sentires o pensamientos, como de manera especular, en el otro.

Así mismo, habría que recordar, antes de presentar la teoría concurrente, el que la moral es metapsicológica, es decir, que va más allá de lo meramente mental, lo supera y lo categoriza en cuanto a que lo juzga y lo ordena dentro de una jerarquía de posibilidades que van desde lo bueno en superlativo (bonísimo) hasta lo malo en su extremo (perversión). Y es en este espectro de posibilidades que se da su fisiología.

Cuando el sentido moral califica nuestra expresividad como buena, nos dará tranquilidad, satisfacción, alegría y hasta una sensación de felicidad.

Cuando la descalifica, lo que primero aflorará es la culpa. Esta es la que genera una serie de mecanismos, a saber:

En principio, como una reacción que puede ser breve y pasar al registro del inconsciente. En este caso puede presentarse de vez en cuando, como oleaje que tendrá mayor o menor repercusión según la escollera de nuestra sensibilidad.

O puede quedar como estado permanente, apenas paliado por estados de distracción temporales que no pasarán de ser paréntesis en la vida atormentada del sujeto por esta aflicción en su ser.

Fuere cual fuere la tendencia del mantenimiento de la culpa, se generará en principio un mecanismo de defensa llamado negación: tal como en el duelo por un ser amado, y es porque cuando nos sentimos culpables, algo de lo noble muere en nosotros. La negación siempre dará paso a un curso de reacciones, dependiendo de nuestra estructura integral:

Para unos, puede revelarse por un camino restaurador, con las siguientes posibilidades:

1. Reparación. Por ejemplo, pidiendo disculpas o perdón, o realizando actos de desagravio. Curiosamente, generalmente lo que impide esto es la vergüenza o el temor a que el acto reparador sea malinterpretado.

2. Sublimación. Por ejemplo, realizando alguna obra noble que supere el posible daño causado, tal como se da en algunos que por esta razón se entregan a una causa social.

3. Compensación. Por ejemplo, retribuyendo favores a quien haya sido afectado, sin que esta persona sepa que la acción de la persona bajo punición moral lo hace para compensar la falta.

Para otros, se dará por la vía del enmascaramiento, buscando falsos razonamientos para no tener que “enfrentarse” a su conciencia (insistimos, no psicológica, sino moral).

Para unos terceros, por la encrucijada de la represión ansiosa o depresiva, que produce el que la persona de repente sufra de estados de ánimo como los mencionados y fácilmente relacionados (en un proceso analítico) a sentimientos de culpa subyacentes.

Siendo un fenómeno universal, por ahora no deja de ser importante señalar que fuera de la fisiología vista, hay dos patologías relacionadas solo a ella: la culpa imaginaria y la adicción a la culpa. Mi deseo, finalmente, es que usted trabaje sanamente sus culpas.

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