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¿Funciona el nihilismo cínico en la salud mental?

¿Funciona el nihilismo cínico en la salud mental?

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El nihilismo positivo sugiere que no es posible definir de manera completa al ser humano por lo que tampoco debería proponerse el que pueda comprender de manera absoluta su finalidad teleológica (es decir, final y auto-realizante).

Antes de proponer una tesis al respecto de esta pregunta, permítame contarle sobre dos consejos que he dado en estos últimos días. El primero, a una persona mayor que pronta a retirarse me consultó sobre qué hacer con su vida, y le sugerí que la oriente contestándose a sí misma las tres preguntas de la realización final (¿quién soy?; ¿qué tengo?; ¿a quiénes tengo y me tienen?). El segundo, a una persona joven que me refirió que para tener amigos estos tienen que tener una conversación “profunda”, a lo que yo le sugerí que piense mejor en tener amigos que le sirvan para la gratificación dada por saber que existen, verlos y con los cuales lo agradable realmente es hablar “sobre cualquier cosa”. Luego de esto, he aquí mi tesis: El nihilismo cínico puede ayudar muchísimo en la salud mental si es que se lo considera en la vertiente positiva y propositiva de sus propuestas. Veamos:

Esto nos dejaría en la relatividad de nuestras percepciones así como en la búsqueda de satisfacciones por lo que se pueda adquirir dentro de dicha relatividad. En otras palabras, nos induciría a tener contentamiento con lo que estamos-siendo en el camino de la vida.

El cinismo propositivo, por su parte, lo consideramos como aquel que juzga la civilización y su forma de vida de manera crítica, viendo que tiene manifestaciones perversas, invitando a la búsqueda de la felicidad en la vida natural, frugal, desarraigándose de la obsesión por los bienes materiales como fuente del júbilo de la vida. Esto, por supuesto, sin caer en la “anaideia” (cinismo mezclado con desvergüenza, reproche irreverente y provocativo).

Si uniéramos la propuesta del nihilismo positivo con la del cinismo propositivo, encontraríamos, al menos, las siguientes consecuencias para nuestra salud mental:

1. Estaríamos libres de las ambiciones del conocimiento por el conocimiento, de manera que subyugaríamos el conocer al nivel de un utensilio para ubicarnos dentro de una realidad que es mayor a la egolatría de la omnisciencia imposible, es decir, la realidad de la “comprensión cotidiana”.

2. Estaríamos libres de los vicios de una cultura que se autoproclama como la dadora de la felicidad en el tener-por-el-tener, lo que nos permitiría la decompresión del estrés y la nostalgia perturbadora, dejándonos en la libertad para entender que lo que tenemos es, al fin y al cabo, para que lo gocemos en su “actualidad creciente”.  

3. Finalmente, podríamos unir la comprensión cotidiana (como vivo todos los días) con la actualidad creciente (mejorando mi forma de vivir como manifestación de autorealización dentro de mi entorno).

¿No es acaso esta una posibilidad para ser sanos mentalmente, tomando el ejemplo de la persona mayor y de la persona joven: encontrar un sentido a la vida aún en la edad tardía así como aprender a vivir en armonía a-crítica desde el tiempo menor de la existencia? Por ello, el nihilismo cínico en función de la salud mental tiene poco que ver con el filosófico, pues busca justamente lo contrario: gozar la vida de manera real.

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