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¿Cuál es el papel de la palabra en la salud mental?

Salud mental

¿Cuál es el papel de la palabra en la salud mental?

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Este es un dilema que mantiene en discusión a los organicistas (que privilegian al cerebro) con los mentalistas (que proponen como causa primera a la mente). Independientemente de esta discusión, en el medio, se encuentran las células cerebrales (las neuronas), donde se produce o se procesa lo que llamamos “la mente”. Para imaginarnos la vastedad de sus posibilidades podríamos visualizar un cielo completamente estrellado, donde las estrellas pudieran comunicarse permanentemente entre sí. Y en esa vastedad, la palabra como vehículo de todo lo que permite tener un sistema mental funcionando. Por ello, el dicho de que una imagen vale más que mil palabras no es cierto, ya que aunque la imagen sea más impactante que mil términos, no se entendería sino fuera por estas comunicaciones de términos que ocurren en la constelación neuronal. De aquí la importancia de la palabra.

Y esta importancia, dentro del tema de salud mental, tiene relevancia. Consideremos algunas razones para esta afirmación:

1. Todo lo que llega, no desaparece. Se mantiene interconectado por el resto de la vida.

2. Cuando recibimos una palabra, se dan tres procesos básicos: aceptarla, compararla y procesarla. En esta secuencia, si se acepta pasa a competir con otras palabras, por medio de la comparación, y luego se procesa para quedar definida en algún lugar de nuestro aparato mental.

3. Esto ocurre cuando leemos, cuando escribimos (ya que al escribir nos leemos a nosotros mismos), cuando hablamos (igual, cuando nos expresamos verbalmente nos oímos a nosotros mismos), cuando oímos y cuando nos exponemos a cualquier imagen (en la calle, el cine, la televisión o cualquier otro lugar escénico).

Bajo estos considerandos, imaginémonos a alguien que vive hablando procacidades, mensajes negativos o destructivos. A su lado, otra persona que acepta y usa en lo posible mensajes positivos, realistas y sanos. O cuando escogemos un libro para leer, o películas para ver, o diálogos para establecer contacto social. O simplemente, cuando en soledad decidimos pensar (es decir, hablar con nosotros mismos). Sin embargo, alguien podría argüir, no siempre podemos escoger estímulos verbales sanos que contribuyan, obviamente, a nuestra salud mental. Y este argumento sería cierto. Mas no completamente veraz, pues existe en cada ser humano un elemento que ha sido estudiado más por la filosofía (la voluntad de ser) que por la misma psicología (como una parte más dentro de las esferas psicológicas). Este elemento es la capacidad para escoger lo que queramos aceptar, y luego los referentes con los que vamos a comparar lo que aceptamos, para finalmente procesar en un agregado cada vez más complejo de lo que llamamos nuestro discurso de vida.

¿Suena moralista? Es posible. ¿Parecería fuera de la realidad? También, diríamos, que es posible. Pero plantearse estas dos preguntas sería justamente salirse del propósito de este diálogo que es el de promover la salud mental, independientemente de que alguien crea que se puede ser sano mentalmente con un mensaje inmoral y/o irreal. ¿Qué piensa usted al respecto? Queda en usted la respuesta y, si me permite decirlo sin ánimo de ofender, la responsabilidad que esta conlleva en pro de su salud mental personal.

Atentamente,

Dr. Winston Villamar.

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